lunes, 17 de octubre de 2016

HELLO KITTY NO ES PARA CHIC@S

"No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente".                         Virginia Woolf, feminista y escritora nacida en 1882.



Los juguetes, los personajes, las historias, las creaciones, los escenarios, los colores,…, son o deberían ser patrimonio de los niños y de las niñas que los utilizan para crear mundos maravillosos de paz y de entendimiento, lugares en los que, unas veces, se convierten en reyes y reinas, y, otras, se transforman en la hermana pequeña o el hermano mayor, en el héroe o en la heroína, o en un cachorro de león o de pantera o en villanos y malvadas. Un mundo en el que pueden volar a lo más alto del firmamento, sumergirse en lo más profundo de los océanos, trepar las más escarpadas montañas, embutirse en un disfraz estrecho que les lleva, sin saberlo, al Medievo o a cabalgar en un caballo o a viajar en cohete… Todo esto debería ser propiedad de los niños y de las niñas que escogen disfrutar de su historia como desean y en la paleta de colores que quieran. La libertad de elegir, crear, experimentar, les hace desarrollarse conforme a su personalidad e imaginación como parte de su aprendizaje y autodeterminación. Hacerlo, además, en igualdad les hace libres para crecer.

En este juego de expresión de libertad, las niñas y los niños se saben diferentes pero se sienten iguales. Les gusta compartir, construir, correr, dibujar, saltar, hablar, cantar, bailar, colorear, soñar,… A veces, lo hacen de la misma forma y, otras, de manera diferente, dependiendo del carácter de las personas que hay dentro de cada pequeño y cada pequeña y de las oportunidades que les brinda el juego que se les presenta. Ni las mujeres ni los hombres compartimos una misma esencia, más allá del género al que pertenecemos. De hecho, solemos tener divergencias. Por ello, los valores, lo son del ser humano y lo que importa es dejar que ellos y ellas los puedan expresar, en este caso, a través del juego. El escenario en el que los niños y las niñas se sienten libres para decidir sobre sus historias interminables es el que les lleva a jugar en igualdad.

Sin embargo, poco a poco, casi sin advertirlo, la poderosa industria juguetera consolida la fuerte estructura patriarcal  por la que continúan arraigados los estereotipos sexistas, según los cuales, corresponden a los varones los ámbitos, tareas y oficios relacionados con el poder, el éxito y la proyección pública y, por el contrario, a las mujeres pertenece la ética del cuidado, la maternidad, la educación y, en general, el ámbito de lo privado. Patrones que se van colocando, sin apenas percibirlo, en las cabecitas de estos pequeños y pequeñas, como Peter Pan se coló en la habitación de Wendy.

Nos vienen rápidamente a la mente juguetes, habitualmente, destinados a las niñas, como los carritos de muñecas o los bebes, la moda, los baúles de maquillajes, las cocinitas rosas, entre otros. Y pensados para los niños,  estarían las grandes construcciones de Lego, los caballeros y sus espadas, los coches dirigidos o los conocidos clicks de playmobil. Entonces, ante una falsa y apariencia de evolución inclusiva hacia las niñas, algunas marcas de la industria juguetera sacan líneas de, por ejemplo, construcciones de lego o clicks, dirigidas al público femenino, que consisten en hacer un montón de casitas, cocinitas, castillitos de color rosa con unas muñequitas que resultan volver a ser hadas o princesas o, a lo sumo, madres en chándal que sacan de paseo a sus bebes… Claro, los playmobil “para chicos” están muy ocupados en la isla encadenando al dragón o surcando mares en un barco pirata,… Parece que las “niñas playmobil” no pueden ser piratas, ni he conseguido encontrar muñecas piratas, quizás, alguna reina egipcia, peluqueras, alguna muñeca tipo ejecutiva con maletín y traje gris pero ni policías ni bomberas ni guerreras ni médicas,… a lo sumo, enfermeras…
  
La industria juguetera no está, a mi juicio, respondiendo a las necesidades del juego infantil, no entiende a los niños y a las niñas que lo único que necesitan son alas para volar - o no -. Con este tipo de nuevas colecciones consiguen reinventar la manera de continuar encajando estereotipos y manteniendo las viejas estructuras disfrazadas en nuevas mercancías, nuevos juguetes que no responden más que a la desigualdad de siempre. Las niñas ya pueden disparar pistolas desde que la industria juguetera ha ideado unas de color rosa y morado. ¿Acaso antes las niñas no han usado pistolas y espadas, de plástico, cartón o de aire cuando han jugado con sus iguales? ¿Es que las niñas no han hecho ya grandes construcciones de madera y castillos con fichas de lego antes de que playmobil, entre otras, decidiese que podían hacer casas rosas? Resulta que los cochecitos de muñecos son de color rosa en su gran mayoría pero los usan a menudo los niños como las niñas, pasee cada uno lo que le apetezca pasear dentro: un coche, una peonza, un peluche,.. Pero la industria no piensa en que a los niños les puede interesar un carrito como juguete o que no todas las niñas tienen una esencia única en su ADN por la que les ha de gustar el rosa por encima de otros colores. A lo más a lo que podemos aspirar es al morado… No se les ofrece opciones ni a ellos ni a ellas. Basta con observar un catálogo de juguetes, en el que lo destinado a los chicos aparece en rojo, azul o verde y se relaciona con el mundo de la inteligencia, la construcción o la robótica, mientras que el rosa o el morado se destinan a los juguetes “de niñas”.

El gran problema de todo ello es que esta división representa un profundo desconocimiento de las realidades infantiles y, en lugar de trabajar por la diversidad en igualdad y por la inclusión en libertad, solo potencia la perpetuación de la clásica división entre el espacio público, reservada a los varones y el especio privado, reservado a las mujeres, que, al parecer, han de seguir esperando a ser princesas salvadas por algún caballero del dragón. Pero la realidad infantil dista de esto. Los chicos encuentran ninjas chicas en sus legos, porque quieren encontrarlas, porque están habituados  a tener amigas y a jugar con ellas y las echan de menos en sus construcciones y juegos en solitario. Por su parte, las chicas adoran vestirse de piratas y de esqueleto y de lo que sea, cualquier cosa vale, aunque no sea rosa o, especialmente, si no es rosa… porque la imaginación de los niños y de las niñas, por suerte, es más fuerte y creativa que la industria que les pretende limitar.

Hace un tiempo, me entretuve buscando una línea alternativa de productos de Hello Kitty en páginas webs de EEUU, Japón o Suecia que no identificara la marca con las niñas… Pero no la encontré… Una pena porque conocí a un niño de 2 años que le encantaba esa “adorable gatita”, - como él decía -. Busqué gorras, camisetas, pegatinas, cacao labial, cuadernos, chándales, cualquier cosa, algo que no fuera un pendiente, no tuviera manga de farol o no fuera rosa, porque nadie pretende evitar la dualidad de la Humanidad. No consiste en vestir a los niños de niñas ni a las niñas obligarlas a ser el caballero del dragón pero si se intenta remover los patrones, invitar a la reflexión, tratar de huir de los compartimentos y de las premisas que nos encasillan en un juego, un oficio, un lugar, solo por la pertenencia a un género. Ello puede marcar, en su caso, una diferencia pero nunca la desigualdad.

Por lo tanto, estas líneas quieren solo hacer un llamamiento a la industria juguetera y, en general, a la sociedad y a los educadores y educadoras, madres y padres, para hacer una contribución a favor de eliminar los catálogos con colores, los estándares que solo contemplan los rosas y los azules. Es una invitación a dejar volar la imaginación para conseguir respetar la libertad de cada pequeño y de cada pequeña, a fin de que puedan forjar su personalidad como productos de ellas y de ellos mismos y de que continúen sintiéndose iguales aun en la diferencia. Es necesario dejar en calma sus mentes creativas, su libertad, sus gustos, incluso o, sobre todo, en los colores, porque éstos lo son de las personas y no de su género. Es el momento de abandonar los roles y los estereotipos y remover todas las barreras que condicionan a jugar de un modo, con un personaje o una historia o en un color por la mera pertenencia a un género. Es el momento de remover esos patrones, porque no funcionan, porque reproducen modelos educativos que ya no convencen ni a peques ni a grandes, ni a ellas ni a ellos. Asumamos ya la igualdad para crecer en libertad. Los juegos “de chicas” o “de chicos” no existen, porque ¿quién dice que Hello Kitty no es para chic@s?

                            "La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma                                        cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano,                                        porque el respeto no tiene grados".                                                                                                           Simone Weil, filósofa francesa fallecida en la década de los 40.

María Macías Jara
Profa. Dra. Derecho Constitucional

Universidad Pontificia Comillas ICADE

Profa. Visitante Universidad Alcalá

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