lunes, 26 de septiembre de 2016

Bridget Jones III


                       


Nunca tuve claro si me gustaba Bridget Jones. Era una mezcla entre simpatía y ternura por la bondad que destila y por sus imperfecciones, y a la vez rechazo a un personaje femenino que hace el ridículo sin parar y busca desesperadamente el príncipe azul. El mito del amor romántico tan denostado por el feminismo y los estudios que lo sitúan como el germen de todos los males para las mujeres -incluida la violencia de género- estaba siempre presente en sus películas; y para colmo su obsesión por librarse de la soltería, esa "terrible" condición, ese estado civil que la sociedad considera tan espantoso para las mujeres (vease la diferente lectura que se hace del "soltero de oro" Daniel Cleaver (Hugh Grant) y la "solterona" Bridget Jones.

Ahí quedó el recuerdo de Bridget hasta que el pasado 5 de septiembre quiso la casualidad que me encontrara en Londres a las seis de la tarde frente al cine Odeon en Leicester Square y me tropezase literalmente con la alfombra rosa larguísima que se había dispuesto para recibir a las y los protagonistas de la que sería Briget III, Bridget Jones' baby, que estaban a punto de acudir a la Premier.

Primero llegaron los secundarios, luego Patrick Dempsey (Jack, el nuevo novio) y al final Colin Firth (Mark Darcy, su novio eterno) y entre ellos llegó Renée Zellweger (Bridget Jones). He de confesar que aunque conocía la polémica sobre su cambio físico me quedé atónita: estaba muy delgada y sobre todo trasformada, su rostro no era el mismo, había sucumbido -pensé- a la cirugía estética, mejor dicho a la presión social que conduce a la cirugía estética, como ella misma reconoció en una carta abierta dirigida a los medios que estaban haciéndola pedazos. A la presión de una sociedad que perdona mal, o no perdona que las mujeres envejecen (igual que envejecen los hombres, tampoco Colin Firth está en su mejor momento...), especialmente aquéllas que trabajan frente a un público, sean profesionales del mundo artístico, de la política o con relevancia social. ¿Qué pasaría en la tercera película? ¿se mantendrían los topicazos? sí, tenía que verla.

Para comenzar esa "loa" a la juventud, la película comienza con la "tragedia" de su cumpleaños. Si bien éste es un tema recurrente en la trilogía, en ésta se lleva la palma porque traslada un problema que está muy presente actualmente, la "oda" a la juventud, la insistencia en el relevo generacional que se ha convertido en recurrente y obsesivo, en esa "Fuga de Logan" que parece querer conducir al cadalso (o lanzar al espacio para su desintegración) a las personas que pasan de una cierta edad. La nueva junta directiva de la productora donde trabaja nuestra protagonista que viene a despedir y a sustituir a "las y los mayores" refleja esa rivalidad generacional que parece haberse instalado en nuestra sociedad, especialmente en el ámbito político y que se fundamenta en la necesidad de prescindir de la experiencia y de la templanza de quienes pertenecen a generaciones anteriores. ¿Por qué es tan terrible cumplir años? ¿por qué lo es para Bridget?: Primero porque está todavía soltera y segundo, porque aun no tiene hijos, se le "pasa el arroz" como dicen... el maldito reloj biológico que se pone en marcha y se acelera solo para las mujeres.

Asunto crucial éste, la maternidad. En efecto, la película traslada todos los mitos presentes en nuestra sociedad en relación con las mujeres. Y no podemos nosotras criticar a Bridget por ser como es y por angustiarse por no haber sido madre porque ella es ni más ni menos como la mayoría de las mujeres que sienten lo mismo debido a la presión de un entorno que las arrastra a buscar todo tipo de fórmulas para conseguir su objetivo. Debemos más bien sentir un poco de compasión porque se siente acosada bajo una presión social brutal[1]. Pues eso, el drama de la maternidad por decreto, tan bien explicado por Elizabeth Badinter en "La mujer y la madre" [2]. Incluso la ginecóloga (Emma Thompson) se refiere a ella como una "madre añosa", frase que utilizan los especialistas en obstetricia para referirse a las madres que paren con más de 35 años.

Pues sí, la tercera película de la trilogía "Bridget Jones" muestra todos los temas candentes en las relaciones de género desde una perspectiva ¿no feminista? Bien, depende, en principio no feminista, por lo explicado, pero si consideramos que el feminismo, como movimiento social que lucha por la igualdad y como concepto teórico que incluye la diferencia y el reconocimiento de que hay muchas formas de ser mujer y ser feminista, sí, por qué no.

Incluso, desde la ironía se aborda, aunque muy de pasada la maternidad subrogada, en la pareja gay que fingen ser Colin Firth y Patrick Dempsey (Mark y Jack) cuando asisten a las clases de preparación al parto con Renée (Bridget). Y la paternidad por adopción de Tom (James Callis), su amigo gay.

Pero la transformación más evidente es la de Pamela (Gemma Jones), la madre de Bridget. Ella representa la típica señora británica de clase media, conservadora, votante por el Brexit.. que rechaza el embarazo de Bridget en un principio porque no tiene certeza de quién es el padre, pero luego tras una reflexión a partir de una conversación con su hija, apuesta por mantener una actitud más abierta ante la vida, incluso en la política. Cabe recordar el momento en que acude a ver a su nieto y explica que ha llegado tarde porque había una manifestación por los derechos de las mujeres, afirmando que "-debería haber más"-.

Una de las mejores escenas de la película trascurre en su casa donde finalmente reúne personas de diversa opción política, orientación sexual, de distintas generaciones y de diversas etnias, en línea con la mirada alternativa que ese Londres cosmopolita que me fascina, representa (y que espero siga teniendo a pesar del triunfo del Brexit).

El Londres integrador de personas, de razas, de nacionalidades, de tribus urbanas, que combina lo viejo con lo nuevo, lo clásico y lo moderno, artístico en todas sus expresiones y a veces transgresor.. un poco como los personajes de Bridget.

En la película no sobra nada, está cuidada al máximo, imposible aburrirse, sobre todo por la energía positiva que transmite, en especial el "buen rollo" entre los dos posibles padres y el afán de superación de la protagonista que siempre se vuelve a levantar tras sus caídas. Bridget no sólo busca el amor sino que valora por encima de todo la amistad. La exaltación de la amistad y el recurso a las emociones, tan necesario en una sociedad tan individualista como la nuestra está presente desde el principio hasta el final de la película que engancha sobre todo por las ganas de vivir de la protagonista.

Ana Marrades Puig
Profesora Contratada Doctora de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia





[1] Hace poco se publicaba en una sección de psicología un estudio sobre el personaje Bridget Jones donde opinaban varios expertos coincidiendo en esta idea. María Garrido, en El País, de 15 de septiembre de 2016, "¿Criticamos a Bridget Jones porque es igual que nosotros?" .
[2] Badinter, E. (2011), La mujer y la madre, La esfera de los libros

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