jueves, 16 de mayo de 2019

La presencia de las mujeres en el Congreso de los Diputados crece significativamente


Es evidente que en países como el nuestro se ha producido un avance significativo de la presencia de la mujer en la esfera pública. El Congreso de los Diputados que ha resultado de las elecciones generales celebradas el día 28 de abril de 2019 llevará a gala el quedar integrado por el mayor número de Diputadas de la historia de nuestra democracia (el 52,6% de los escaños estarán ocupados por hombres y el 47,4% por mujeres). Atrás quedan, por tanto, aquellos porcentajes de escaños para las mujeres en el Congreso de los Diputados del 5,1%, 4,9% y 6,6% de las elecciones generales de 1979, 1982 y 1986, respectivamente. Desde entonces, la presencia de las mujeres en este órgano no ha dejado de crecer tras cada cita electoral, al punto de que su presencia ya fue del 36% tras las elecciones del año 2004.
            En el año 2007, como sabemos, se aprobó la Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres. Con esta ley, el legislador, convencido de que la situación de desigualdad de la mujer con respecto al varón presentaba todavía múltiples manifestaciones, decidió adoptar una estrategia global y transversal para luchar contra ellas y así conseguir una igualación eficaz entre los dos géneros. Dentro del elenco de medidas que desarrolla esta Ley Orgánica se incluyó una destinada a promocionar o impulsar la presencia de la mujer en el ámbito representativo. En concreto, la ley introdujo la reserva de un cierto porcentaje (cuota) por razón de sexo en el momento de la composición de las candidaturas electorales. Las principales claves de la medida son las siguientes:
            PRIMERA: la previsión legal de la cuota electoral se aplica a las candidaturas que concurran a las elecciones al Congreso, al Parlamento Europeo, municipales y de miembros de los consejos insulares y de los cabildos insulares canarios o miembros de las Asambleas Legislativas de las CC.AA.
            SEGUNDA: la norma obliga a los órganos competentes para la elaboración de las candidaturas electorales (partidos políticos, coaliciones, federaciones y agrupaciones de electores) a respetar un determinado porcentaje por razón de sexo en el momento de la composición de las mismas “de forma que en el conjunto de la lista los candidatos de cada uno de los sexos supongan como mínimo el 40 por ciento”. Es cierto, en todo caso, que esta misma norma concibe los porcentajes que establece como una regla de mínimos para el caso de las elecciones autonómicas al permitir que sus correspondientes leyes electorales establezcan medidas que favorezcan una presencia todavía mayor de las mujeres en las candidaturas (así ha sucedido, por ejemplo, en Comunidades Autónomas como la de las Islas Baleares, Castilla-La Mancha, País Vasco y Andalucía). Por lo que hace a las elecciones al Senado, la norma prevé que cuando las candidaturas se agrupen en listas, éstas deberán respetar una composición equilibrada de mujeres y hombres, de forma que la proporción de unas y otros sea lo más cercana posible al equilibrio numérico.
            TERCERA: en los procesos electorales al Congreso, Parlamento Europeo, autonómicas y locales, la proporción mínima del 40% se mantendrá en cada tramo de cinco puestos, teniendo en cuenta que las mismas reglas son de aplicación a las listas de suplentes. Esta previsión, que obliga a respetar el porcentaje previsto por tramos de cinco puestos, tiene como finalidad prevenir un posible fracaso en la aplicación de la norma, pues, en efecto, si la norma no dispusiera el lugar que deben ocupar las mujeres en las listas, podría suceder que éstas fueran situadas en los últimos puestos, reduciendo, o más allá, suprimiendo, sus posibilidades de elección.
            CUARTA: el respeto de dichos porcentajes por razón de sexo en el momento de la composición de las candidaturas electorales no será exigible en el supuesto de municipios con un número de residentes igual o inferior a 3.000 habitantes, ni en el caso de las islas con un número de residentes igual o inferior a 5.000 habitantes. Se trata de paliar así las dificultades que puede suponer componer una lista paritaria en los núcleos de población más reducidos.
            QUINTA: el incumplimiento de la cuota electoral legal provoca el rechazo de la candidatura incumplidora por parte del órgano competente para decidir al respecto e impide, por consiguiente, la participación en la contienda electoral correspondiente al partido político, coalición, federación o agrupación de electores incumplidor.
            La Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres fue objeto del recurso de inconstitucionalidad que planteó el Partido Popular y de una cuestión de inconstitucionalidad que resolvió la sentencia del Tribunal Constitucional 12/2008, de 29 de enero. El Tribunal Constitucional avaló la constitucionalidad del precepto de la norma que introducía esta medida que, por tanto, se ha mantenido en el tiempo y continúa hoy vigente. En la misma línea habría que mencionar la sentencia del Tribunal Constitucional 13/2009, de 9 de enero, que resolvió el recurso de inconstitucionalidad que interpuso el grupo parlamentario popular en el Congreso contra la Ley del Parlamento Vasco para la Igualdad de las Mujeres y Hombres; y la sentencia del Tribunal Constitucional 40/2011, de 31 de marzo, que resolvió el recurso de inconstitucionalidad planteado por el grupo popular en el Congreso contra una Ley del Parlamento de Andalucía que introdujo la cuota de cremallera.
            Tras la aprobación de la Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres se celebraron, muy poco después, elecciones generales. En las dos primeras convocatorias tras la aprobación de la norma la presencia de mujeres en el Congreso fue del 35,7% (elecciones generales de 2008 y de 2011). En las elecciones 2015 y 2016 las mujeres consiguieron el 39,7% y el 39,4% de escaños en el Congreso, respectivamente. Pero el salto decisivo se ha producido con los resultados que ha arrojado la contienda electoral de abril de 2019. Tras ella, la presencia de mujeres en la Cámara baja será de un 47,4%, como ya hemos indicado. Y no se trata solo de que se haya registrado el mayor porcentaje de presencia de mujeres en el Congreso de los Diputados, sino que, además, España se sitúa a la cabeza de los países europeos con mayor proporción de mujeres en instituciones similares.
            Parece evidente, pues, que en España resulta posible hablar de una transformación radical del contrato social del liberalismo que, aunque todavía mejorable parece, por lo demás, irreversible. Dejando ahora a un lado antecedentes más remotos, hay que recordar que, durante una primera etapa (siglo XVIII y buena parte del XIX), sencillamente, se ignoraba a la mujer como sujeto de derechos, es decir, no se le reconocía una conciencia individual distinta a la del hombre. El contrato social del pensamiento liberal aportaba un modelo de ciudadanía exclusivamente masculino. El estereotipo de la época resulta de sobra conocido: mujeres y hombres son biológicamente, “naturalmente” diferentes, y ello se traduce en la asunción por parte de los mismos de distintas funciones sociales. Se presentaba así una escisión entre el espacio público, reservado a los varones, y el espacio privado, competencia de las mujeres. Las mujeres debían ocuparse de las tareas domésticas, del cuidado de los hijos, pues se las consideraba desprovistas de las cualidades naturales necesarias para actuar como ciudadanas; para desempeñar cualquier tipo de responsabilidad en la esfera cívica o pública. Ni qué decir tiene que en esta primera etapa no disfrutaban ni de derecho de sufragio activo (el voto), ni de derecho de sufragio pasivo (la posibilidad de ser elegible). La crítica a este modelo de ciudadanía liberal fue protagonizada por algunas mujeres célebres. Francois Poullain de la Barre, en su obra D’égalité des sexes (1673), o, más tarde, Olympe de Gouges en su Declaración de los Derechos de la Mujer dedicada a la Reina (1791) y Mary Wollstonecraft en Vindicación de los derechos de la mujer (1792). Los pocos intelectuales liberales masculinos que parecieron defender inicialmente algún papel de la mujer en la esfera pública, o fueron silenciados (Condorcet), o parecieron modificar su posición primigenia (Sièyes).
            Posteriormente, la lucha por el reconocimiento del sufragio activo para la mujer durante la primera mitad del siglo XX, que se produjo en fechas diferentes en función del país de que se tratara (en Finlandia en 1906, en Alemania y Suecia en 1919, en EE.UU. en 1920, en Reino Unido en 1929), comenzó a cambiar dicho panorama. La película del año 2015, Sufragistas, relata muy bien, a través de la historia personal de su protagonista principal, el movimiento sufragista que se desarrolla en Inglaterra en vísperas de la Primera Guerra Mundial. En nuestro país, el artículo 36 de la Constitución republicana de 1931 extendió por primera vez el derecho de sufragio a las mujeres por muy pocos votos de diferencia -el debate entre Clara Campoamor y Victoria Kent sobre el sufragio femenino fue el gran protagonista de la sesión de las Cortes del 1 de octubre de 1931- y las mujeres españolas pudieron ejercer su derecho al voto por primera vez en las elecciones del 19 de noviembre de 1933. Desgraciadamente, la Guerra Civil y el régimen franquista posterior supusieron, en este ámbito como en otros, una parálisis, más aún, un retroceso para las posibilidades de las mujeres.
            Por último, y de manera más reciente, resultará decisiva la consagración constitucional de un entendimiento más complejo del principio de igualdad. Como sabemos, frente a un entendimiento formal de la igualdad se inserta, en los textos constitucionales posteriores a la II Guerra Mundial, y en el caso español, en la Constitución de 1978, también el principio de igualdad material (junto a una igualdad formal entendida como estricta igualdad en el estatuto jurídico de los sometidos a un mismo ordenamiento, incapaz de comportarse como un remedio rápido y eficaz de corrección de la situación histórica de desigualdad –en detrimento de las mujeres- que había caracterizado la realidad social de las relaciones entre ambos colectivos). La vertiente material del principio de igualdad permite, no, más bien exige a los poderes públicos intervenir para garantizar, entre otras cosas, la igualdad real y efectiva entre el colectivo de hombres y el de mujeres, por ejemplo, a través de la aprobación de medidas de acción positiva que favorecen a los miembros de un colectivo en desventaja por su pertenencia al mismo, no por sus circunstancias individuales. Y da cobertura en España a la aprobación de leyes como la Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres. En qué medida esta norma haya podido ser el detonante directo del incremento de la mujer en el Congreso de los Diputados tras su aprobación es discutible, pues antes de su aprobación ya se habían producido avances significativos al respecto como consecuencia de la introducción voluntaria de las cuotas en las normas estatutarias de determinados partidos y se podía predecir que otros las iban a asumir, aún sin ley, si no por convencimiento, sí con la pretensión de aumentar su base electoral. En todo caso, lo que es evidente es que la Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres ha resultado decisiva para dar mayor visibilidad al tema de la igualdad de género, también en el ámbito representativo, y que ha contribuido a afianzar la cultura de la igualdad entre mujeres y hombres, es decir, ha sido un factor clave en el proceso de cuestionamiento de los estereotipos culturales tradicionales de reparto de roles sociales entre el hombre y la mujer que, por cierto, todavía hoy no están completamente superados.

María Luz Martínez Alarcón

Profesora Titular de Derecho Constitucional (UCLM)

lunes, 11 de marzo de 2019

UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO DESDE LOS CENTROS PENITENCIARIOS; MUJERES CONDENADAS PRIVADAS DE LIBERTAD EN CHILE


Mujer condenada privada de libertad y perspectiva de Género.

Las Mujeres condenadas privadas de libertad necesitan ser escuchadas, ser vistas y resguardadas, y la perspectiva de género viene a sostener la existencia cierta de que las grandes diferencias existentes entre hombres y mujeres son una realidad que tiene un carácter histórico y social acerca de los roles y valores que son de cada género, por lo que, al hacer referencia a las mujeres condenadas privadas de libertad, se debe partir analizando las temáticas que viven día a día las mujeres privadas de libertad, que no son las mismas problemáticas que encontramos en los hombres condenados.

Las mujeres condenadas privadas de libertad se encuentran con dificultades tales como, el abandono de su cónyuge o pareja, si tienen hijos y son mayores de dos años son derivados a fundaciones y hogares de menores  por no contar con una red de apoyo, muchas no reciben visitas ni insumos básicos para su higiene personal, no tienen la debida atención de salud que requiere una mujer cada seis meses como mínimo y como máximo un año, como son el examen del Papanicolau, por el virus del papiloma humano y la mamografía para detectar preventivamente el cáncer de mama, así como problemas de menopausia, endometriosis, mujeres embarazadas, entre otras, no existiendo estándares que se ajusten a los principios fundamentales de los derechos humanos, toda vez que la comunidad internacional ha reconocido que los grupos minoritarios y especialmente vulnerables son los menores de edad, adultos mayores, inmigrantes, indígenas y mujeres, por lo que requieren de una absoluta y especial atención, por medio de políticas públicas tendientes a su debida protección.

Mujer Condenada privada de Libertad y sus hijos.

 En Chile, existen actualmente más de 3.319 mujeres privadas de libertad en las cárceles de todo el país, de las cuales más de 1.916 se encuentran condenadas, según lo informado por Gendarmería de Chile en su estadística mensual, un dato alarmante es que la mayoría  de las mujeres privadas de libertad son madres y más de un  67% de ellas tienen hijos menores de 18 años, lo que arroja que alrededor de 6.000 menores de edad tienen actualmente a su madre sufriendo una condena privativa de libertad, y más preocupante aún es saber que muchas de ellas son el sustento de la familia, ya que los principales delitos por los que las mujeres se encuentran cumpliendo condena en Chile son ley 20.000 de tráfico ilícito de estupefacientes y los distintos tipos de robo, que tienen asignadas penas altas.
   
Cuando una madre se encuentra privada de libertad, sus hijos son los que más sufren, ya que ven afectados sus estudios, su apoyo familiar, trauma psicológico no tratado por la separación con su madre, el acceso a útiles escolares y estudios, por lo que la mayoría termina en los ya mencionados hogares de menores y en el peor de los casos terminan en las calles inmersos en el mundo de las drogas duras, principalmente la pasta base, lo que se vuelve un circulo difícil de romper.

En Chile, las mujeres privadas de libertad tienen derecho a ejercer el cuidado de sus hijos lactantes hasta los dos años de edad, para eso se han habilitado dependencias especiales dentro de los recintos penitenciarios, separadas del resto de la población penal, para resguardo de los niños, en etapa pre y post-natal, lo que se encuentra regulado en el  art. 19 del Decreto Supremo N° 518 de 1998 del Ministerio de Justicia, que establece el Reglamento de Establecimientos Penitenciarios, y por la ley 20.032 que establece el Sistema de Atención a la Niñez y Adolescencia a través de la Red de Colaboradores del SENAME, pero lo cierto es que una vez que cumplen los dos años, la mayoría termina en hogares para menores o en un núcleo familiar disfuncional donde existe ausencia del padre por abandono del domicilio o por encontrarse de igual forma cumpliendo una condena  privativa de libertad.

Más compleja aun es la realidad que viven las mujeres extranjeras condenadas privadas de libertad, quienes en muchas ocasiones no cuentan con ningún tipo de comunicación con su familia e hijos en el país de origen, pudiendo solo algunas, y en forma esporádica, recibir visitas y tener una comunicación telefónica, lo que depende principalmente del complejo penitenciario, ya que no todos en Chile cuentan con teléfonos habilitados para los condenados.

Avances y mecanismos de ayuda a las mujeres condenadas privadas de libertad.


La Defensoría Penal Pública ha implementado una defensa especializada para mujeres privadas de libertad y condenadas, lo que se ha logrado fruto de acabados estudios realizados principalmente por las investigaciones de EUROSocial, que analiza un Modelo de Defensa Penitenciaria para Mujeres Condenadas Privadas de Libertad, donde se detectó esta necesidad dada la realidad y el aumento de las mujeres privadas de libertad en Chile, realizando vídeo conferencias con los distintos equipos penitenciarios de las distintas regiones del país y visitando los penales.

La defensa especializada para mujeres condenadas es un gran paso que logra reducir brechas de desigualdad, fortalece mecanismos de ayuda y conectividad con las internas y sus familias, lo que ha llevado a entender que es necesario legislar al respecto y que exista una normativa especial en beneficio de mujeres condenadas privadas de libertad, que establece protección a los derechos fundamentales de estas mujeres, a su rol de madre, al acceso a una salud acorde con sus necesidades femeninas, talleres y ofertas de trabajo dentro de los penales que las capaciten para una real reinserción una vez que recuperen su libertad, ya que la mayoría son las que llevan el sustento económico.
A su vez en materia penitenciaria se debe implementar el acceso a beneficios Intrapenitenciarios de una forma más acordes con sus necesidades, como lo es la actual modificación al Decreto ley 321 que establece los requisitos para acceder a la libertad condicional y que otorga anticipadamente el beneficio a las mujeres embarazadas a la mitad del cumplimiento de su condena.

Así mismo exista mayor flexibilidad para acceder a beneficios Intrapenitenciarios, como la salida esporádica al medio libre, la que hoy se limita más bien a situaciones extraordinarias como enfermedad grave y fallecimiento de un familiar muy cercano, ampliándolo a festividades importantes de los hijos en los colegios, como la celebración del día de la mamá, ceremonias de licenciatura, entre otras, y considerar a la hora de otorgar beneficios como la salida dominical, de fin de semana y diaria, dada su condición de madre, en pos de los derechos del niño, así como también priorizar a la hora de condenar a una mujer por la comisión de un delito, su condición y que el cumplimiento de su condena sea por intermedio de medidas alternativas a las penas privativas o restrictivas de libertad que en la actualidad se fijan en de la ley 18.216.

 Conclusiones: 


En Chile la población penal femenina está creciendo a niveles impensados y el aumento de la actividad delictual perpetrada por mujeres se debe principalmente a un tema económico, ya que más del 80% son madres, dueñas de casa y en la mayoría de los casos el sustento económico, transformando el  rostro del delito al de una mujer, lo que nos debe llevar a pensar como sociedad en políticas públicas que apunten a entregar mejores herramienta para las madres solteras o mujeres que simplemente buscan oportunidades emprendiendo honradamente.

Del mismo modo, implementar una regulación a nivel normativo y gubernamental que haga frente a las reales exigencias propias de las mujeres condenadas privadas de libertad, donde se respeten sus derechos fundamentales como mujer.

MARÍA FRANCISCA SEPÚLVEDA TORRES

Defensor Penitenciario
Chile



miércoles, 9 de enero de 2019

MANIFIESTO DE APOYO ACADÉMICO A LAS POLÍTICAS CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Los Institutos Universitarios Feministas y de Género han ido creándose a lo largo de
más de treinta años en distintas universidades con el fin de paliar y corregir los sesgos
androcéntricos de una universidad que durante siglos había ignorado la experiencia de
las mujeres y su papel como creadoras de conocimiento, ciencia y cultura, y que apenas
en 1910 había comenzado a admitirlas en sus aulas. Cuando la democracia llegó a
España, se restablecieron los principios de igualdad que fueron interrumpidos durante cuarenta años por un régimen que humilló a las mujeres considerándolas jurídicamente menores de edad, impidiéndoles el acceso y desarrollo profesional, y confinándolas a un espacio privado donde carecían incluso de patria potestad sobre sus hijos. El Estado democrático español decidió restañar el daño infligido a sus ciudadanas de forma integral, cambiando leyes, restituyendo sus derechos y poniendo en marcha políticas que permitieran acceder a las mujeres a los lugares de saber, política, cultura y ciencia que les correspondían. De hecho, hoy en día, las mujeres son mayoría entre quienes ocupan las aulas universitarias españolas.

Los institutos de género y feministas de las universidades españolas han supuesto, durante décadas, espacios emergentes donde personas pertenecientes a la academia ofrecieron y ofrecen sus conocimientos y experiencia –tanto desde la filosofía, historia, ciencia, cultura o salud- para visibilizar y analizar las desigualdades, corregir contenidos, ampliar saberes y brindar a las y los nuevos ciudadanos, espacios de libertad y desarrollo intelectual. Gracias a ellos fueron creadas las actuales unidades de igualdad, que identifican las desigualdades todavía presentes en la universidad, formulan políticas para corregirlas, y velan y ponen en marcha protocolos que intentan acabar con el acoso y la discriminación en las aulas. Los institutos universitarios feministas y de género son el ejemplo de la interdisciplinariedad académica al servicio de la democracia y la libertad, conectados continuamente con la sociedad y sus necesidades.


Por todo ello, desde la universidad, institución garante del ejercicio del pensamiento libre e igualitario, no vamos a tolerar el ataque actual a las políticas de igualdad por parte de sectores que, a través de mensajes basados en graves errores, quieren minar el avance que ha supuesto la lucha contra la violencia y la discriminación social desde las políticas estatales, los movimientos sociales y la academia.

Desde los institutos universitarios y asociaciones universitarias feministas y de género condenamos y deploramos el uso difamatorio, que se está haciendo de las políticas
contra la violencia de género por parte de Vox, pues tergiversa metas y objetivos base de la democracia.

Como investigadoras y profesoras recordamos pasadas experiencias en las que, cuando grupos marginados comenzaban a tener derechos, solía aparecer un grupo marginal y pequeño que negaba el cambio, el progreso y lucha, con cualquier instrumento a su alcance, aunque fuera ilegítimo y falaz. Lo supimos cuando se luchó por el sufragio masculino general, cuando se luchó por el sufragio universal, cuando se luchó por el divorcio, e incluso por la Constitución española. Los que hoy se benefician de su implantación, en su día se opusieron a su puesta en marcha.

Por ello, desde la junta directiva de la plataforma asociativa EUFEM, como investigadoras y profesoras universitarias, emitimos el presente manifiesto, en Madrid, a 9 de Enero de 2019.