¿Os imagináis que en las próximas
Elecciones a Rector las mujeres de esta universidad no tuviéramos derecho al
voto?
Es la reflexión que me he planteado cuando he sabido del nacimiento de Aletta Jacobs el 9 de febrero del año 1854. Primera mujer en acceder a la
Universidad en Holanda y graduada en medicina, estudios exclusivamente
reservados al ámbito masculino en aquel tiempo, luchó incansablemente por los
derechos de la mujer y acabar con la hegemonía masculina en diversos ámbitos de
la sociedad.
Con gran esfuerzo y con una oposición acérrima, tanto en el seno familiar como en su entorno próximo, se centró en la
defensa del sufragio femenino. Me congratulo de conocer a esta mujer valiente,
que ha contribuido con su esfuerzo y trabajo personal a lograr lo que hoy en
día para nosotras es un acto normal y legítimo, el derecho al voto femenino.
Sin ella y el arrojo de otras tantas
mujeres que han denunciado una situación de desigualdad e injusticia social,
nuestra situación ahora sería distinta.
Aunque queda mucho por hacer respecto a
la igualdad entre hombres y mujeres, no obstante me parece importante el
recuerdo y homenaje a esta mujer por celebrarse hoy el 163 aniversario de su
nacimiento, en un momento en que las
mujeres de la UNED podemos ejercer libremente el derecho al voto en las
elecciones de marzo a Rector.
Es necesario evocar a mujeres pioneras
que nos han abierto camino y que fueron clarividentes, mostrando un gran tesón
hace muchas décadas, para conquistar uno de nuestros más destacados derechos.
El voto de la mujer significa además que, no sólo podemos elegir, sino que
también somos elegibles y tenemos la capacidad, preparación y cualidades para
formar parte de los cuadros de dirección y mando en empresas, gobiernos y
organismos públicos.
Cierto que se ha recorrido un largo
camino hasta llegar aquí. Ya nadie cuestiona el sufragio femenino, sin embargo
todavía hoy vivimos situaciones de evidente desigualdad que a todos nos vienen
a la memoria y nos indignan. Emulando a Aletta Jacobs, está en nuestra mano
construir una sociedad más igualitaria y justa; cada uno/a de nosotros/as tenemos la enorme potencia,
desde nuestra posición particular o en grupo, de defender y mejorar la
situación de la mujer de nuestro tiempo y del futuro. Ejemplos como el suyo
enorgullecen nuestro género y demuestran el valor enorme de cada mujer en
cualquier momento y en cualquier contexto histórico.
Y desde la educación más temprana
lograremos nuestros objetivos principales de protección y promoción de las
mujeres en igualdad de condiciones con los hombres, por lo que animo a todos a
trabajar por conseguir sociedades que nos permitan vivir alejadas de la
opresión, desigualdad y abusos de todo tipo.
Pilar Rivero
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