Nunca tuve claro si me
gustaba Bridget Jones. Era una mezcla entre simpatía y ternura por la bondad
que destila y por sus imperfecciones, y a la vez rechazo a un personaje
femenino que hace el ridículo sin parar y busca desesperadamente el príncipe
azul. El mito del amor romántico tan denostado por el feminismo y los estudios
que lo sitúan como el germen de todos los males para las mujeres -incluida la
violencia de género- estaba siempre presente en sus películas; y para colmo su
obsesión por librarse de la soltería, esa "terrible" condición, ese
estado civil que la sociedad considera tan espantoso para las mujeres (vease la
diferente lectura que se hace del "soltero de oro" Daniel Cleaver (Hugh
Grant) y la "solterona" Bridget Jones.
Ahí quedó el recuerdo de
Bridget hasta que el pasado 5 de septiembre quiso la casualidad que me
encontrara en Londres a las seis de la tarde frente al cine Odeon en Leicester
Square y me tropezase literalmente con la alfombra rosa larguísima que se había
dispuesto para recibir a las y los protagonistas de la que sería Briget III, Bridget Jones' baby, que estaban a punto
de acudir a la Premier.
Primero llegaron los
secundarios, luego Patrick Dempsey (Jack, el nuevo novio) y al final Colin
Firth (Mark Darcy, su novio eterno) y entre ellos llegó Renée Zellweger
(Bridget Jones). He de confesar que aunque conocía la polémica sobre su cambio
físico me quedé atónita: estaba muy delgada y sobre todo trasformada, su rostro
no era el mismo, había sucumbido -pensé- a la cirugía estética, mejor dicho a
la presión social que conduce a la cirugía estética, como ella misma reconoció
en una carta abierta dirigida a los medios que estaban haciéndola pedazos. A la
presión de una sociedad que perdona mal, o no perdona que las mujeres envejecen
(igual que envejecen los hombres, tampoco Colin Firth está en su mejor
momento...), especialmente aquéllas que trabajan frente a un público, sean
profesionales del mundo artístico, de la política o con relevancia social. ¿Qué
pasaría en la tercera película? ¿se mantendrían los topicazos? sí, tenía que
verla.
Para comenzar esa
"loa" a la juventud, la película comienza con la "tragedia"
de su cumpleaños. Si bien éste es un tema recurrente en la trilogía, en ésta se
lleva la palma porque traslada un problema que está muy presente actualmente,
la "oda" a la juventud, la insistencia en el relevo generacional que
se ha convertido en recurrente y obsesivo, en esa "Fuga de Logan" que
parece querer conducir al cadalso (o lanzar al espacio para su desintegración)
a las personas que pasan de una cierta edad. La nueva junta directiva de la
productora donde trabaja nuestra protagonista que viene a despedir y a
sustituir a "las y los mayores" refleja esa rivalidad generacional
que parece haberse instalado en nuestra sociedad, especialmente en el ámbito
político y que se fundamenta en la necesidad de prescindir de la experiencia y
de la templanza de quienes pertenecen a generaciones anteriores. ¿Por qué es
tan terrible cumplir años? ¿por qué lo es para Bridget?: Primero porque está
todavía soltera y segundo, porque aun no tiene hijos, se le "pasa el
arroz" como dicen... el maldito reloj biológico que se pone en marcha y se
acelera solo para las mujeres.
Asunto crucial éste, la
maternidad. En efecto, la película traslada todos los mitos presentes en
nuestra sociedad en relación con las mujeres. Y no podemos nosotras criticar a
Bridget por ser como es y por angustiarse por no haber sido madre porque ella
es ni más ni menos como la mayoría de las mujeres que sienten lo mismo debido a
la presión de un entorno que las arrastra a buscar todo tipo de fórmulas para
conseguir su objetivo. Debemos más bien sentir un poco de compasión porque se
siente acosada bajo una presión social brutal[1]. Pues eso, el drama de la
maternidad por decreto, tan bien explicado por Elizabeth Badinter en "La
mujer y la madre" [2]. Incluso la ginecóloga
(Emma Thompson) se refiere a ella como una "madre añosa", frase que
utilizan los especialistas en obstetricia para referirse a las madres que paren
con más de 35 años.
Pues sí, la tercera película
de la trilogía "Bridget Jones" muestra todos los temas candentes en
las relaciones de género desde una perspectiva ¿no feminista? Bien, depende, en
principio no feminista, por lo explicado, pero si consideramos que el feminismo,
como movimiento social que lucha por la igualdad y como concepto teórico que
incluye la diferencia y el reconocimiento de que hay muchas formas de ser mujer
y ser feminista, sí, por qué no.
Incluso, desde la ironía se
aborda, aunque muy de pasada la maternidad subrogada, en la pareja gay que
fingen ser Colin Firth y Patrick Dempsey (Mark y Jack) cuando asisten a las
clases de preparación al parto con Renée (Bridget). Y la paternidad por
adopción de Tom (James Callis), su amigo gay.
Pero la transformación más
evidente es la de Pamela (Gemma Jones), la madre de Bridget. Ella representa la
típica señora británica de clase media, conservadora, votante por el Brexit..
que rechaza el embarazo de Bridget en un principio porque no tiene certeza de
quién es el padre, pero luego tras una reflexión a partir de una conversación
con su hija, apuesta por mantener una actitud más abierta ante la vida, incluso
en la política. Cabe recordar el momento en que acude a ver a su nieto y
explica que ha llegado tarde porque había una manifestación por los derechos de
las mujeres, afirmando que "-debería haber más"-.
Una de las mejores escenas
de la película trascurre en su casa donde finalmente reúne personas de diversa
opción política, orientación sexual, de distintas generaciones y de diversas
etnias, en línea con la mirada alternativa que ese Londres cosmopolita que me
fascina, representa (y que espero siga teniendo a pesar del triunfo del
Brexit).
El Londres integrador de
personas, de razas, de nacionalidades, de tribus urbanas, que combina lo viejo
con lo nuevo, lo clásico y lo moderno, artístico en todas sus expresiones y a
veces transgresor.. un poco como los personajes de Bridget.
En la película no sobra
nada, está cuidada al máximo, imposible aburrirse, sobre todo por la energía
positiva que transmite, en especial el "buen rollo" entre los dos
posibles padres y el afán de superación de la protagonista que siempre se
vuelve a levantar tras sus caídas. Bridget no sólo busca el amor sino que
valora por encima de todo la amistad. La exaltación de la amistad y el recurso
a las emociones, tan necesario en una sociedad tan individualista como la
nuestra está presente desde el principio hasta el final de la película que
engancha sobre todo por las ganas de vivir de la protagonista.
Ana Marrades Puig
Profesora Contratada Doctora de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia
[1]
Hace poco se publicaba en
una sección de psicología un estudio sobre el personaje Bridget Jones donde
opinaban varios expertos coincidiendo en esta idea. María Garrido, en El País,
de 15 de septiembre de 2016, "¿Criticamos a Bridget Jones porque es igual
que nosotros?" .
[2] Badinter, E. (2011), La mujer y la madre, La esfera de los
libros
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