Recordemos
que, sobre el papel, durante los años de la II República (1931-1936), la mujer había
alcanzado una cota de derechos comparable al de las naciones más avanzadas: por
un lado, y a través de la Constitución de 1931, se consagraron ciertos derechos
básicos, como el de sufragio, la igualdad ante la ley, la escuela obligatoria,
gratuita, laica y mixta o la admisibilidad sin previa distinción de sexo en los
empleos; y por otro, a partir de su correspondiente desarrollo, se promulgaron
numerosas leyes, entre las que cabe destacar las de matrimonio civil y de
divorcio (1932), así como la despenalización del aborto por causas eugenésicas
(1936). Cabe decir, con todo, que el nuevo marco jurídico solo se visualizará
en toda su amplitud y alcance durante los años de la guerra, posiblemente más
por necesidades coyunturales que por verdadera convicción.
El final del conflicto bélico y la
instauración del régimen franquista trajeron consigo un cambio radical en todos
los ámbitos de la vida no solo política, sino social, educativa, laboral y
familiar. En este sentido, la represión se cebó particularmente en el sector
femenino de la población, ya que a las restricciones de derechos y libertades
-cuando no directamente a su abolición- que padeció la población entera,
vinieron a sumarse muchas otras específicas para la mujer. El proyecto
resultante hundía sus raíces no solo en un modelo pre-republicano, sino incluso
muy anterior, y las principales organizaciones a las que se encomendó dicha
tarea fueron, básicamente, dos: la Iglesia católica y la Sección Femenina de la
Falange Española.
Dichas organizaciones, aunque compartían lo
esencial del modelo, tenían en algunos aspectos, más bien menores, visiones
divergentes, y ello suscitó algún que otro encontronazo entre ambas, sobre todo
en el periodo conocido como primer franquismo (1939-1959). Cabe afirmar, sin
embargo, que dichas fricciones tenían su origen más en la lucha por el
monopolio de las políticas femeninas que en la naturaleza de las medidas que
cabía aplicar al respecto. La influencia del fascismo italiano y el nazismo
alemán sobre la Falange y su Sección Femenina proyectaban una imagen de la
mujer ciertamente tradicional, pero con algunas variantes, tales como un cierto
culto al cuerpo a través de la educación física, que mal podían encajar en el
ideario de la Iglesia, más partidaria de su ocultación, cuando no directamente
de su mortificación. Asimismo, el rol de la mujer en la sexualidad contenía
pequeñas pero reveladoras diferencias. Así, para la Sección Femenina prevalecía
el sometimiento sobre la moral, recomendado a la mujer ceder sin poner en tela
de juicio a los requerimientos del esposo; mientras para la Iglesia, la mujer
debía contener los excesos de aquél si sobrepasaba los límites de lo moral y
sexualmente convencional de acuerdo, claro está, con su criterio pastoral.
Ahora bien, en el fondo, el proyecto del
régimen para la mujer era bien sencillo, y apenas consistía en poco más que en
devolverla a la situación anterior a toda reivindicación de género y situar en
su horizonte vital el modelo más tradicional posible, aquel que la vinculaba,
en el ámbito privado, a la maternidad y el cuidado de la familia; y en el
laboral, a actividades relacionadas con dichas funciones (la educación
infantil, el cuidado de los enfermos, el servicio doméstico, etc.).
Para el régimen surgido de la Guerra Civil,
no cabían disensiones ni matices. Mucho menos, resistencias. El exilio de las
voces más preclaras del progresismo femenino y el silencio obligado de las que,
presas o estrechamente vigiladas, permanecieron en el país, contribuyeron en
gran medida a que la aplicación del nuevo modelo se produjera sin dilaciones ni
sobresaltos. También contribuyó a su plena implantación el hecho de que en la
España rural -con un gran protagonismo y peso en la época- e incluso en muchas
capitales de provincias los cambios que la República trajo consigo apenas
tuvieron ocasión y tiempo de arraigar en el imaginario colectivo.
Hasta bien entrada la década de los años
sesenta, la mujer española fue considerada, a efectos prácticos, como una menor
de edad; eso sí, una menor de edad con una enorme carga de trabajo y
responsabilidades. A su completa supeditación al varón -padre, esposo o tutor-
en el ámbito familiar y conyugal, vinieron a añadirse otras limitaciones, como
la gestión del propio patrimonio, la imposibilidad de acceder a ciertos puestos
de trabajo o la obtención del pasaporte. Incluso, hasta 1963, el Código Penal permitía al marido -arrebato pasional
mediante- asesinar a la esposa adúltera con la garantía de una práctica total
impunidad.
En los últimos años del franquismo, se
produjeron numerosas circunstancias que cambiaron radicalmente el escenario;
unos cambios apenas reflejados, ciertamente, en lo político y jurídico, pero sí
en lo social y familiar. El auge del turismo de masas, la creciente influencia
cultural externa, una incipiente clase media, un mayor acceso de la mujer a la
universidad, un tímido resurgimiento del feminismo y la aparición de unas
generaciones que no habían vivido ni la guerra ni las etapas más duras del
franquismo, fueron separando, de manera creciente e imparable, a la sociedad de
un régimen moribundo que trataba de mantener, ya inútilmente, sobre ella un
férreo control.
Sin embargo, para muchas mujeres, esas cuatro
décadas de dictadura fueron prácticamente toda su vida, una vida que jamás
recuperarían y que hubiera merecido en su momento, aunque nunca es tarde,
nuestro respeto, homenaje y reparación.
(Nota explicativa: El Área de Coordinación de Bibliotecas de Centros Asociados de la UNED y Proyectos Culturales, en
colaboración con el Centro Asociado de Asturias, ha elaborado una exposición
bibliográfica virtual sobre el papel de la mujer, en diversos ámbitos, durante
el franquismo. Dicha exposición virtual incluye los enlaces a una amplia
selección de artículos de revistas académicas y especializadas, así como a
algunos documentos audiovisuales disponibles en libre acceso. Con esta
iniciativa se ha pretendido acercar a la comunidad universitaria y al público
en general un periodo de nuestra historia ampliamente abordado desde múltiples
aspectos y puntos de vista y que, más de cuarenta años después, sigue
suscitando debate e interés. Se ha aportado, asimismo, una bibliografía de
monografías para quien desee profundizar en este tema, así como una breve
selección de títulos de películas y canciones que, de una manera u otra, lo ilustran).
JOSÉ BURGOA ABARCA
Coordinador de Bibliotecas de Centros Asociado de la
UNED y Proyectos Culturales
Punto de Interés "Mujeres en el franquismo a través del cine".
Punto de Interés "Mujeres en el franquismo a través del cine".